Tuesday, November 29, 2005

¿Es algo real si no lo podemos recordar?


Tal vez no sea la mejor película del año (de hecho, es de 2003), pero tiene algo que alucina, que envuelve y es algo que, si bien algunos podrán llamar graciosamente "lentitud", a mí me parece más bien "lucidez".

Es la capacidad de su director Michael Winterbottom ("24 hour party people") para mostrar con sencillez angustiante cómo nuestro único capital en la vida nos puede ser arrebatado con la mayor facilidad.

Poniendo como pretexto la ciencia, y la tan de moda clonación, este filme hurga en las debilidades de ser humano y las pone tan en evidencia como para que caigamos en un trance de tristeza que dura hasta que nos reencantamos con la esencia de estar vivos.

¿A qué apelar para reconocer nuestro propio camino en el mundo? Tan solo a los recuerdos, y al paisaje que conforman al interior de nuestra consciencias, espacio en el que no hay lugar a materialismos ni arrepentimientos. Qué crudo es olvidar, o tratar de borrar, incluso los errores, pues somos consecuencia de ellos hoy mismo.

Benditos aquellos que conservan el recuerdo de lo vivido y la certeza de estar vivos más plena que nunca. No sé si de ellos será el Reino de los Cielos. Pero estoy seguro de que arribarán a un lugar bastante similar. O al menos, bastante distinto al calor del mítico infierno.

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