Wednesday, May 03, 2006

V de Vendetta: El triunfo de una buena historia


Eran demasiados los resquemores respecto al destino cinematográfico de la novela gráfica más oscura y atemporal de Alan Moore. Habían numerosas razones para ello: los regulares resultados anteriores de algunas adaptaciones (“Desde el Infierno”, por ejemplo), una tremenda pero intrincada historia pero, sobre todas las cosas, la intromisión de dos cerebros geniales pero poco constantes.

La irrupción de los hermanos Wachowski en la escena cinematográfica universal había sido tan impresionante como pasajera. Esto, pues todos los elogios cosechados con la primera entrega de “Matrix” se desvanecieron con la improvisada creación de dos secuelas que, de seguro, ninguno de los dos había tenido en la cabeza mientras escribían esta reversión del célebre y filosófico “mito de la caverna”.

¿Cómo sortean el desafío de reescribir para el cine “V de Vendetta” (y dejar la dirección a uno de sus delfines, el debutante Terry McTeguie)? Luego de intensos 132 minutos frente a la pantalla grande, sólo puede haber una respuesta: de manera sobresaliente.

No se trata de una réplica cuadro por cuadro del cómic publicado en los ’80, ni tampoco lo contrario. Es una obra independiente, honesta, heredera de su original, por cierto, pero soberbia en el traspaso de su espíritu al celuloide.

V (Hugo Weaving, “Matrix”) es la encarnación de la fuerza irrefrenable de la historia que, ante un camino sin retorno, busca cualquier vía de escape para poder reencauzarse.

No por nada es un personaje sin identidad propia, como el pueblo mismo. Y si tiene el rostro de alguien, es el de un viejo héroe que aglutina los deseos de libertad y justicia de una nación inconscientemente oprimida.

Junto a él, viviendo un proceso traumático de descubrimiento (¿algún descubrimiento se vive de otra manera?), está Evey, una inocente víctima de la perversión del sistema. Hija de activistas, no se atreve a asumir su intrínseco rol de catalizadora y socia natural de la resistencia, a la que se siente profundamente atraída.

A través de la presencia de V, Evey logrará entender la parte de su ser que se encuentra encapsulada bajo el embrujo de una realidad que parece ser coherente. Esa es la misma sensación que tiene el resto del Reino Unido, que comienza a despertar luego de la primera señal enviada por este temerario héroe: la teatral explosión de un edificio simbólico.

Vibrante y atemporal, “V de Vendetta” es una obra que nos devuelve la conciencia, si es que la hemos perdido; o que nos identifica, si es que permanentemente nos estamos cuestionando lo que nos rodea. Y es una declaración de principios frente a esas realidades que muchos países hemos debido vivir, y cuyo retorno estamos dispuestos a evitar de cualquier manera. Aunque en ello se nos vaya la vida.

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