Friday, November 26, 2010

Notas Controles ComCorporativa

Monday, February 09, 2009

Inteligencia Emocional 2: No hay secreto

Retomo la escritura de este blog en este nuevo año (aunque ya estamos en febrero), para saldar mi deuda de dos posteos atrás, cuando comencé a elucubrar mi propia teoría con respecto a la inteligencia emocional.

Tras varios meses en que hubo tiempo de leer noticias, documentos, sostener conversaciones con profesionales del ámbito de las ciencias humanas, así como también vivir distintas experiencias al respecto al interior de la empresa en que trabajo, estoy en condiciones de declararme oficialmente escéptico.

Y voy a tomar como ejemplo de partida el buen éxito de un libro como "El Secreto", de Rhonda Byrne, para el cual se han escrito referencias como la que sigue: "En este libro aprenderás a utilizar El Secreto en todos los aspectos de tu vida: dinero, salud, relaciones, felicidad y en todas tus interacciones con el mundo. Empezarás a entender el poder oculto y sin explotar que hay en tu interior. Esta revelación te aportará felicidad en todas las áreas de tu vida".

¿Puede prometer un libro semejante resultado? ¿O "El Secreto" viene a coronar una larga seguidilla de tendencias (casi modas) que parten con la "Inteligencia Emocional", y que buscan entregar soluciones DEFINITIVAS a problemas cotidianos de las personas?

Programación Neurolingüística, Coaching Ontológico...intentos denonados por capturar claves del comportamiento humano, que algunos manejan desde el nacimiento, mientras para otros (quizá una gran mayoría) se convierten en la barrera para seguir creciendo profesionalmente.

Lógica capitalista: descubierta la necesidad, descubierto el negocio. Estamos ante una maquinaria incontrarrestable, donde unos pocos se enriquecen con el espíritu de muchos...

Continuará...

Thursday, July 17, 2008

No necesitamos héroes...


Alguien me dijo hoy: "mi superhéroe favorito es Batman, porque su poder proviene de lo único que otorga poder real en nuestro mundo, el dinero". Breve y convincente argumento que profundiza mi reflexión, luego de ver la sexta entrega fílmica del enmascarado de Ciudad Gótica. La segunda a cargo del notable director británico Christopher Nolan ("Memento", "Insomnia"), cuya mano se descubre apenas comienza el filme, en la cámara que nos traslada desde el cielo hacia la azotea de un edificio de Gotham, donde se desarrolla un atraco. Como para poner en claro que la ciudad está fuera de control, y hace falta mucho para poder dominarla.

Ese atraco inicial, su desarrollo y desenlace, es la manera en que Nolan nos presenta una historia que, probablemente, sea mejor percibida por espectadores adultos, dada su innegable carga de violencia y de desquiciamiento, gentileza del Joker que nos regaló Heath Ledger antes de morir.

La película cuenta un elenco que ya se quisieran Spielberg o Cameron, con Gary Oldman, Morgan Freeman, Michael Caine y el mencionado Ledger, donde todos juegan "para el equipo", y no para objetivos individuales.



La preponderancia que adquiere el Joker tiene más que ver con un talento superlativo, fusionado violentamente con un personaje, de por sí, llamativo. Estamos ante la personificación de villano más intensa y "real" que podamos haber visto en cintas de superhéroes anteriores. El Joker del fallecido Ledger nos vuelve humanos, y nos enrostra a cada minuto nuestras fallas y debilidadese, es una apuesta con furia por el existencialismo, y el deber-ser de nuestra sociedad. ¿Hacia dónde mierda nos estamos dirigiendo, que estamos dispuestos a todo, con tal de lograr nuestros fines? Creemos que manejamos nuestros "pequeños mundos", dice el Joker, pero al final, el poder del caos es mucho más fuerte.


En el intertanto, Harvey Dent lucha contra el peso de convertirse en un héroe necesario; Bruce Wayne se debate entre su objetivo original al enmascararse, y el estado actual de las cosas; todo, mezclado en un cóctel de acción y dramatismo que no da respiro, aunque en cierto momento lo necesitemos.


Se trata de las dos horas y medias más necesarias del cine en el último tiempo, para disfrutar a concho en cuanto a lo físico, mental y emocional. Y para deleitarse con una última actuación de un pequeño "geniecillo", que murió joven, pero justo a tiempo...para poder terminar su obra maestra.

Tuesday, April 22, 2008

Inteligencia Emocional: Paradoja Inexistente

Dice la siempre bien surtida Wikipedia

"La inteligencia emocional es un conjunto específico de aptitudes que se hallan implícitas dentro de las capacidades abarcadas por la inteligencia social. Las emociones aportan importantes implicaciones en las relaciones sociales, sin dejar de contribuir a otros aspectos de la vida"...bla, bla, bla...

Como concepto, "inteligencia emocional" es relativamente joven. De hecho, está pasando este año a la mayoría de edad. Porque aunque no lo crean, no fue Goleman quien lo inventó (sí se hizo millonario a costa de él). Fueron los investigadores Peter Salowey y John D. Mayer, en 1990, los que acuñaron esta idea.

Según la RAE, Inteligencia.

(Del lat. intelligentĭa).



1. f. Capacidad de entender o comprender.

2. f. Capacidad de resolver problemas.

3. f. Conocimiento, comprensión, acto de entender.

4. f. Sentido en que se puede tomar una sentencia, un dicho o una expresión.

5. f. Habilidad, destreza y experiencia.

6. f. Trato y correspondencia secreta de dos o más personas o naciones entre sí.

7. f. Sustancia puramente espiritual.


Según el mismo diccionario, Emoción:

(Del lat. emotĭo, -ōnis).



1. f. Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática.

2. f. Interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo.

La palabra emoción proviene de la palabra latina emovere que significa remover, agitar o excitar y siempre lleva involucrada una respuesta por parte del ser "emocionado".

Cuando se nos plantea la posibilidad de conducir, manejar y controlar nuestras emociones, y más encima, la idea de "enseñar" técnicas que permiten llevarlo a cabo, nos enfrentamos a una gran paradoja...

Pero pronto proseguiré con mi reflexión...

Friday, February 29, 2008

Y hubo sangre...



"There will be blood" ("Habrá sangre") se llama la cinta, y me quedo con ese título para enhebrar este comentario que viene a ser el primer posteo luego de casi dos años...(mamma mia)...

Y es que el cine vuelve a ser la chispa que detona estos dedos ateridos, merced a una actuación descomunal del maestro Day-Lewis. Más allá de los premios, un tipo coherente, que actúa donde quiere, cuando quiere y siempre al más alto nivel de su rendimiento personal.

¿El director? Paul Thomas Anderson (no confundir con el loco y genial Wes), el mismo de Magnolia, Boogie Nights y Punch-Drunk Love, se lanza en la aventura de filmar una historia intensa, basada en la novela "Oil", de Upton Sinclair.

Es el ascenso, auge y caída del "magnate" petrolero Daniel Plainview (Day-Lewis), que se devora cada milímetro de celuloide a través de sus gestos, miradas y palabras.
Caso especial el de las palabras, porque nos son muchas durante el filme, aunque sí las necesarias (de hecho, son como 15 o 20 minutos iniciales en silencio).

¿Somos forjadores de nuestro propio destino? Durante las casi 3 horas que dura esta película esta interrogante se nos plantea mediante múltiples formas, obligándonos a asumir rápidamente consciencia de nosotros mismos, en cuanto a personajes.

No importa cuán distintas sean nuestras vidas de la que vemos en la pantalla. Son las decisiones, los momentos, las pequeñas batallas, las que hacen de esta cinta una alegoría de la vida misma. Resumida, sí, pero vida al fin.

Quienes crean en "juicios finales" post mortem saldrán desilusionados de la sala. "Petróleo Sangriento" (aceptable denominación en español) invita a recordar ese viejo dicho de la abuela: todo se paga en esta vida...

Independiente de los dogmas, es ésta la vida que conocemos, con sus luces y sus sombras, y no hay nada mejor que una película cruda, visceral, emotiva, para recordalo. Y mantenerlo presente, al menos, por un buen rato.

Tuesday, July 11, 2006

¿Acaba de terminar el día del Periodista?


Un colega y amigo, por MSN, me acaba de desear los parabienes, pues se acaba de enterar que este 11 de julio que pasó se celebró el "Día del Periodista". Haré gala de mi ignorancia reconociendo que no tenía idea siquiera de la existencia de tal celebración que, al parecer, es mundial.

Este "Día del Periodista" me pilla en un proceso de enormes contradicciones, en que me siento más periodista que nunca, a pesar de que en mi "Trabajo oficial" no tenga la opción de demostrarlo.

Ser periodista hoy en Chile es escoger a tientas, apostando a lo que creemos puede sucedernos en un mercado cada vez más saturado y menos abierto. Ser periodista en Chile hoy es sinónimo de enorme autoestima y de confianza ciega en el talento que creemos tener. ¿Es eso suficiente para triunfar? Al menos yo, todavía no termino de encontrar la respuesta. Diría, incluso, que estoy más cerca del sí que del no, del vaso medio lleno que del medio vacío. No me pregunten por qué.

Seguramente muchos recordarán el día que recién pasó por la muerte del mítico Syd Barrett. Y ojalá sea así, pues se merece una reivindicación tan grande como la cantidad de fanáticos de los Floyd que desconocen su existencia. Pocos seguramente recordarán que cada 11 de julio se celebra un "Día del Periodista" más.

¿Se imaginan que cada profesión en el mundo tuviese su día? Prefiero imaginar que no existen días de ese tipo, sino respeto por cada una de las personas que se rompe el lomo imprimiéndole un sello a su ocupación, dándole el matiz que impide que cualquiera pueda ponerse la misma ropa y realizar lo mismo con idéntica pasión y calidad.

Prefiero creer que los periodistas, cesantes o no, estamos ahí para decirle al mundo qué es lo que está ocurriendo, al mismo tiempo que todo avanza a la velocidad de una micro amarilla por la Gran Avenida. Que no somos menos que un abogado o un médico a la hora de enfrentarse a sus destinos. Que hoy más que siempre creemos en nosotros mismos, cuando nadie nos ha dado razones para hacerlo.

Wednesday, May 03, 2006

V de Vendetta: El triunfo de una buena historia


Eran demasiados los resquemores respecto al destino cinematográfico de la novela gráfica más oscura y atemporal de Alan Moore. Habían numerosas razones para ello: los regulares resultados anteriores de algunas adaptaciones (“Desde el Infierno”, por ejemplo), una tremenda pero intrincada historia pero, sobre todas las cosas, la intromisión de dos cerebros geniales pero poco constantes.

La irrupción de los hermanos Wachowski en la escena cinematográfica universal había sido tan impresionante como pasajera. Esto, pues todos los elogios cosechados con la primera entrega de “Matrix” se desvanecieron con la improvisada creación de dos secuelas que, de seguro, ninguno de los dos había tenido en la cabeza mientras escribían esta reversión del célebre y filosófico “mito de la caverna”.

¿Cómo sortean el desafío de reescribir para el cine “V de Vendetta” (y dejar la dirección a uno de sus delfines, el debutante Terry McTeguie)? Luego de intensos 132 minutos frente a la pantalla grande, sólo puede haber una respuesta: de manera sobresaliente.

No se trata de una réplica cuadro por cuadro del cómic publicado en los ’80, ni tampoco lo contrario. Es una obra independiente, honesta, heredera de su original, por cierto, pero soberbia en el traspaso de su espíritu al celuloide.

V (Hugo Weaving, “Matrix”) es la encarnación de la fuerza irrefrenable de la historia que, ante un camino sin retorno, busca cualquier vía de escape para poder reencauzarse.

No por nada es un personaje sin identidad propia, como el pueblo mismo. Y si tiene el rostro de alguien, es el de un viejo héroe que aglutina los deseos de libertad y justicia de una nación inconscientemente oprimida.

Junto a él, viviendo un proceso traumático de descubrimiento (¿algún descubrimiento se vive de otra manera?), está Evey, una inocente víctima de la perversión del sistema. Hija de activistas, no se atreve a asumir su intrínseco rol de catalizadora y socia natural de la resistencia, a la que se siente profundamente atraída.

A través de la presencia de V, Evey logrará entender la parte de su ser que se encuentra encapsulada bajo el embrujo de una realidad que parece ser coherente. Esa es la misma sensación que tiene el resto del Reino Unido, que comienza a despertar luego de la primera señal enviada por este temerario héroe: la teatral explosión de un edificio simbólico.

Vibrante y atemporal, “V de Vendetta” es una obra que nos devuelve la conciencia, si es que la hemos perdido; o que nos identifica, si es que permanentemente nos estamos cuestionando lo que nos rodea. Y es una declaración de principios frente a esas realidades que muchos países hemos debido vivir, y cuyo retorno estamos dispuestos a evitar de cualquier manera. Aunque en ello se nos vaya la vida.