Friday, February 29, 2008

Y hubo sangre...



"There will be blood" ("Habrá sangre") se llama la cinta, y me quedo con ese título para enhebrar este comentario que viene a ser el primer posteo luego de casi dos años...(mamma mia)...

Y es que el cine vuelve a ser la chispa que detona estos dedos ateridos, merced a una actuación descomunal del maestro Day-Lewis. Más allá de los premios, un tipo coherente, que actúa donde quiere, cuando quiere y siempre al más alto nivel de su rendimiento personal.

¿El director? Paul Thomas Anderson (no confundir con el loco y genial Wes), el mismo de Magnolia, Boogie Nights y Punch-Drunk Love, se lanza en la aventura de filmar una historia intensa, basada en la novela "Oil", de Upton Sinclair.

Es el ascenso, auge y caída del "magnate" petrolero Daniel Plainview (Day-Lewis), que se devora cada milímetro de celuloide a través de sus gestos, miradas y palabras.
Caso especial el de las palabras, porque nos son muchas durante el filme, aunque sí las necesarias (de hecho, son como 15 o 20 minutos iniciales en silencio).

¿Somos forjadores de nuestro propio destino? Durante las casi 3 horas que dura esta película esta interrogante se nos plantea mediante múltiples formas, obligándonos a asumir rápidamente consciencia de nosotros mismos, en cuanto a personajes.

No importa cuán distintas sean nuestras vidas de la que vemos en la pantalla. Son las decisiones, los momentos, las pequeñas batallas, las que hacen de esta cinta una alegoría de la vida misma. Resumida, sí, pero vida al fin.

Quienes crean en "juicios finales" post mortem saldrán desilusionados de la sala. "Petróleo Sangriento" (aceptable denominación en español) invita a recordar ese viejo dicho de la abuela: todo se paga en esta vida...

Independiente de los dogmas, es ésta la vida que conocemos, con sus luces y sus sombras, y no hay nada mejor que una película cruda, visceral, emotiva, para recordalo. Y mantenerlo presente, al menos, por un buen rato.